16 de diciembre de 2013

Las enseñanzas de Don B

Las enseñanzas de Don B. Donald Barthelme, Automática Editorial, 2013
Traducción y notas de Enrique Maldonado Roldán
"A mis compañeros y a mí nos lo prometen todo, especialmente el futuro. Aceptamos esas escandalosas garantías sin pestañear."
Las enseñanzas de Don B. es una antología de relatos publicados originalmente en varios volúmenes, y no debe confundirse con The Teachings of Don B.: Satires, Parodies, Fables, Illustrated Stories and Plays of Donald Barthelme, un volumen de textos inéditos publicado póstumamente en 1992.
Donald Barthelme
http://es.wikipedia.org/wiki/
Donald_Barthelme

Donald Barthelme, aunque inconsciente e injustamente olvidado por el mundo editorial español (apenas unos títulos vigentes, pero inencontrables sus dos grandes recopilaciones de relatos, 60 relatos (Sixty Stories, 1981) y 40 relatos (Forty Stories, 1987)), se ha convertido, con la perspectiva del tiempo transcurrido y a la vista de la narrativa posterior, en un clásico del relato corto norteamericano. Ya en sus primeras recopilaciones su estilo fragmentario y difuso significó un rompimiento de la tradición vigente, aunque sin olvidar que la obra del norteamericano tiene furiosos detractores, y sus innovaciones en el plano formal han marcado tendencia en multitud de autores posteriores.
"Estábamos tomando unas copas, las cuarenta o sesenta Chicas Completamente Desnudas en Directo y yo, Martinis y margaritas y una cosa y otra, cubos y cubos, había belleza por todas partes, hasta donde la vista alcanzaba y, como en torrente, la tristeza se abatió sobre mí otra vez, porque nada puede entristecer tanto, afligir el corazón, como cuarenta o sesenta excitadas, confiadas, encantadoras y ligeramente borrachas Chicas Completamente Desnudas en Directo. Así que, con pesar, me puse los zapatos y las dejé, prometiéndoles que escribiría."
Manhattan, Second Avenue
http://en.wikipedia.org/wiki/
East_Village,_Manhattan
Entre algunos de estos logros, tal vez el más notorio es la institucionalización de cierta  narrativa incidental como contraposición a la narrativa episódica: la estructura de sus relatos no contiene el despliegue formal del cuento clásico, con planteamiento, nudo y desenlace, sino que se concreta en un solo incidente, casi epifánico, que es relatado en forma fragmentaria, de modo que el lector carece de los antecedentes que la narrativa clásica consideraría fundamentales para la comprensión de la trama, y huye también de una conclusión que dé sentido a lo narrado; cuando empezamos a leer un relato, parece que lo hagamos in media res, y cuando este termina nos deja con la expectativa del desenlace en suspenso. No existen burbujas que explotan ni giros inesperados: el absurdo, tratado como anécdota y con la distancia artificial que proporciona un lenguaje aséptico, acostumbra a estar en el planteamiento, y avanza hacia un supuesto final ilógico objetivamente pero lógico en el ecosistema que ha creado el relato. Mediante todo el arsenal de recursos narrativos a su disposición, Barthelme transporta al lector a un marco de referencia absurdo y, a partir de ahí, la coherencia interna del texto toma el sitio a la verosimilitud, y pone a prueba la capacidad de perplejidad del lector: embozada por un estilo canónicamente realista (y, de ahí, el realismo histérico de David Foster Wallace bebe en abundancia) se esconde un contenido disperso cuya conectividad interna no se muestra a primera vista.
"Tomemos el primer caso. Usted razona: Si Susan es feliz o al menos funciona en las circunstancias actuales (es decir, yendo de hombre en hombre como una moneda va de mano en mano), entonces, ¿por qué acude a un psicólogo? Algo marcha mal. Es necesario modificar el comportamiento. Susan debe casarse y ser feliz y comer perdiz. ¿Me permite que le ofrezca otra perspectiva? Esto es: ¿podría ser que "acudir a un psicólogo" sea precisamente una maniobra en una situación en la que Susan no quiere, no, no quiere, casarse y comer perdiz?, ¿que casarse y ser feliz y comer perdiz puede ser, para Susan, el peor de los destinos, y que para validar su no aceptación de esta norma se define a sí misma como persona que necesita un loquero?, ¿que en realidad usted está afirmando el comportamiento que pretende modificar? (Cuando ella le dice que no es psicoanalizable, usted debería escucharla)."
Washington crossing the Delaware.
Emanuel Gottlieb Leutze, 1816-1868
http://gardenofpraise.com/art34.htm
Otro de los efectos del relato incidental, sin trama como la entendemos usualmente, es que los diversos narradores, al menos en los casos en que estos no son directamente los protagonistas y siempre hablando generalmente, evitan la implicación en la acción; el uso del tiempo verbal de presente continuo les confiere el estatus de mero espectador, y su relación con el incidente aislado objeto del relato es de mero espectador; su aparente y bien calculada asepsia, su falta de empatía, le obliga a no tomar partido ni a dar razones y, cuando lo hace, siempre es por motivos personales.
"Bishop, picando perejil, lanza rápidas miradas a Christie para ver qué aspecto tiene con una copa de vino en la mano. Alguna gente es guapa con vino blanco, hay quien no."
A pesar del desesperado cuadro de personajes en el margen (en multitud de diversos márgenes), Barthelme consigue, como conseguirá después uno de los autores de relatos breves más afectados por su influencia, George Saunders, convertir el drama en tragicomedia, mediante dos recursos paralelos y con similar potencia: el primero, echando mano del narrador cínico (el tratamiento del narrador en la literatura de Barthelme merece un ensayo monográfico):
"Entiendo cómo pudo suceder. Esta mujer quería mezclar su cabeza con la Segunda Avenida y echar por tierra el honor de la policía de tráfico posiblemente porque alguien había dejado de quererla. La mutilación, real o verbal, es a menudo asumida como muestra de sincero interés por otra persona";
pero también mediante el recurso al absurdo: tratar una situación descabellada con el tono y el lenguaje que serían apropiados en una situación habitual, e inquirir así al lector para que dé su visión personal, como en este deslumbrante comienzo del relato "Algunos llevábamos mucho tiempo amenazando a nuestro amigo Colby":
"Algunos llevábamos mucho tiempo amenazando a nuestro amigo Colby por el modo en que se estaba comportando. Terminó por pasarse de la raya, así que decidimos ahorcarlo."
Peyote (Lophophora williamsii)
http://es.wikipedia.org/wiki/
Lophophora_williamsii
Barthelme se mueve con soltura en los territorios fronterizos, lo mismo de la realidad, de los estados alterados de conciencia e incluso de la sanidad mental. Los ecos de Beckett o de Bernhard resuenan con sus fórmulas repetitivas y constantes, sus prolongadas y estereotipadas expresiones que recuerdan el territorio común de las neurosis:
"De forma similar, Shotwell pretende mirar mirar mi calibre .45, aunque en realidad está controlando mi mano, que descansa distraídamente sobre mi maletín, mi mano que descansa distraídamente sobre mi maletín, mi mano. Mi mano que descansa distraídamente sobre mi maletín."
Aparte de los relatos provenientes de sus colecciones, completan el volumen algunos textos que fueron recogidos póstumamente por sus editores en el volumen citado al principio, que incluyen, entre otros, una hilarante desmitificación del Día de Acción de Gracias, una parodia del padre de la patria George Washington en el momento de librar la batalla decisiva en la Guerra de Independencia, una entrevista con el Emperador Ming, el malvado de la serie Flash Gordon, y unas peculiares y vomitivas recetas de cocina. Mención especial merece el relato "La niña", una espeluznante vuelta de tuerca al amor paternal y uno de los relatos más bestias que este lector ha sufrido.

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