26 de agosto de 2015

Giles, el niño-cabra

Giles, el niño-cabra. John Barth. Sexto Piso, 2015
Traducción de Mariano Peyrou
"Que el lector lea y crea lo que le parezca; que estalle la tormenta, si así ha de ser."
Un colega lector definió, informalmente, Giles, el niño-cabra (Giles Goat Boy, or, Rhe Revised New Syllabus, 1966), como "la novela en la que cabe todo y donde todo vale"; "bon courage", me animó otra; "Barth es una ballena blanca", me advirtió un lector y editor. Tras esas amistosas advertencias, y con la experiencia de haber atravesado ya el Rubicón que representó El plantador de tabaco -aparte de las lecturas acumuladas de las otras patas de ese trípode inclasificable, Gaddis y Barthelme-, este lector se sintió preparado, después de leer algunas reseñas, notas de prensa y otra varia información acerca de la novela, para echarse al coleto las 1.117 páginas de este volumen, calificado como la primera novela post-modernista americana; una semana, de domingo a sábado, de prolongadas sesiones de lectura, para constatar que mi preparación lectora -son ya algunos años leyendo una buena media de novelas, y si bien mi calificación académica no incluyó la literatura, algo de criterio  sí que pienso que se me habrá pegado- hace aguas: Giles, el niño-cabra está muy por encima de mi capacidad para llevar a cabo un intento de Notas de Lectura, pero es que, además, creo que también sobrepasa mi competencia como lector. Ahí van, por tanto, unas cuantas reflexiones a las que no deben hacer más caso del que harían a los intentos de un alumno de EGB para resolver la conjetura de Poincaré.

Giles, el niño-cabra, que es una novela a la que el propio autor califica como cómica, no usa de la intertexualidad como un recurso estilístico para dar lustre a la redacción ni para epatar a un público maravillado por la erudición del autor: es la intertextualidad misma; de hecho, eso que leemos es la transcripción de unas supuestas cintas que alguien redactó -el tema del manuscrito anónimo o cuasi-anónimo es de larga tradición en la literatura universal; recuérdese el caso, tan próximo, de Cidi Hamete Benengeli; en este caso, se contempla la posibilidad de que el autor sea el ORDACO, el ORDenador Automático del Campus Occidental- referentes a la vida y milagros de George -lo de "Giles", es decir, lo de "G.I.L.E.S.", es posterior al planteamiento... Bueno, que ya se explica luego en el libro, quiero decir: el protagonista se llama George y es un G.I.L.E.S. ¿Lo ven? Vaya lío, acabo de empezar y ya no me sé explicar...-; este documento llegó a los Editores (la mayúscula es del autor) de la mano de un profesor universitario, que se llama J. B., al que lo cedió el supuesto hijo de George, a fin de que valoraran su publicación. Los Editores, al igual que muchos editores, entienden nada o muy poco del texto, redactan unos impagables informes de lectura -"Descargo de responsabilidad del editor", que incluye bastantes referencias a otras obras de John Barth (¿ven lo que les decía de la intertextualidad?)-, uno de los cuales, "C.", desarrolla en su justificación el programa completo del post-modernismo, y no sabemos si se deciden a publicarlo o no. El nombre del manuscrito es toda una declaración de intenciones:


N.P.R.
EL
Nuevo Programa Revisado
DE
George Giles
NUESTRO GRAN MAESTRO
Consistente en las grabaciones autobiográficas
y perentorias leídas en la Facultad de New Tammany a su hijo
Giles (,) Stoker
Por el Ordenador Automático del Campus Occidental
y por él preparadas para el desarrollo del currículo gilesiano;

el contenido del N.P.R. es irresumible; de hecho, igual que el famoso mapa, uno tiene la sospecha de que su resumen sería un fiel reflejo del propio texto a escala 1:1; sin embargo, ya que el propio autor -Barth, no el Ordaco-, en un Prólogo escrito para la edición de 1987 que se incluye en esta edición de Sexto Piso, se atreve a esbozarlo, nada mejor que darle la palabra -que, al fin y al cabo, es suya-:
"Misterio, tragedia, comedia. El lugar donde se cruzaron estos tres caminos ante mí fue Giles, el niño-cabra: las aventuras de un joven engendrado por un ordenador gigante en una bibliotecaria desgraciada, pero dócil, y criado en los establos experimentales para cabras de una universidad universal, dividida ideológicamente en el Campus del Este y el Campus Occidental. Al joven se le encarga una serie de tareas cuando se matricula y tiene que aceptar tanto su caprinidad como su humanidad (por no hablar de su maquinidad) y, en las entrañas mismas de la Universidad, trascender no sólo las categorías que representan ambos campus, sino también todas las demás: trascender incluso en lenguaje, y después regresar al campus a la luz del día, expulsar al falso Gran Maestro, que él entiende que es un aspecto de sí mismo, y hacer todo lo que esté en su mano para explicar lo inexplicable."
De acuerdo, aceptamos el convenio de la ficción: Giles es un niño de origen, en principio, desconocido, que es criado con el rebaño de cabras de la universidad al cuidado de Maximilien Spielman, un psico-proctólogo expulsado del centro. ¿Esto qué es? ¿Una inmensa y desmadrada alegoría? ¿Una broma? ¿Un texto programático que muestra cómo romper con todas las convenciones de la narrativa clásica? ¿Tal vez una parodia? ¿Se trata, finalmente, de un roman à clef que no sabemos descodificar? Bueno, estas son las preguntas que plantea al lector atento la lectura de los primeros capítulos ("Volumen Uno, Primera Bobina"); y piensa ese lector bienintencionado que todas esas cuestiones tendrán respuesta en lo que antes se llamaba "nudo del conflicto". Déjenme que les desilusione: esto no va de responder preguntas, esto es literatura, lo siento.

Venga, un ejemplo del happening, "Volumen Uno, Primera Bobina, 7". Se nos informa acerca de la creación del Ordaco y del progresivo poder que acumula al habérsele enseñado a aprender por sí mismo -el terror y la aspiración, a la vez, de todo robotista-. Se hace una composición de lugar y explicación de las distintas corrientes intelectuales (!?) que pugnan por imponerse en la facultad, de las luchas entre ellas y de la crueldad mutua. Es probable -a estas alturas, el lector desconfía de que cualquier fragmento de información facilitado por el autor, por el Ordaco o por el sursuncorda sea inocente- que cada corriente represente una parodia de una correspondiente del mundo académico real, pero la falta de notas imposibilita a este lector una identificación que sería, probablemente, muy jocosa, incluyendo la parodia de esa Estrategia de la Destrucción Mutua Asegurada propia de la época de la Guerra Fría, personalizada por los dos ordenadores enemigos, el Ordaco y el Ordace, el ORDenador Automático del Campus del Este, para evitar la Tercera Revuelta Intercampus.

Nota Bene: ¿Cuándo se escribió La broma infinita? ¿1996? Ahá...
"La vandálica juventud debe eternamente convertir en ruinas el templo de su patrimonio cultural, y entonces, haciendo girar los escombros en la mano, comenzar a preguntarse cosas y volverse sabia, arrepentirse de su ignorancia y al fin solicitar la argamasa y la pala."
Pero volvamos a la naturaleza, como dijo Rousseau. George debe ser educado -es decir, socializado y descaprinizado- para que pueda integrarse en la sociedad humana desde la que llevar a cabo su Misión: convertirse en un Gran Maestro y liberar al campus del Ordaco; para ello, no sólo es formado en las rutinas comportamentales humanas, tan distintas de las caprinas, con referencia al sexo, por ejemplo -ah, un inciso, ahora que aparece: el sexo, más bien la fornización, sea entre humanos, entre cabras, con el Croador, o mixto, es decir, con todas las combinaciones posibles, tiene un papel fundamental y omnipresente en Giles-, sino instruido también en las diferencias entre la psicología caprina y la psicología humana, cuyos intríngulis dejan a George completamente estupefacto; también le ponen en contacto con dos textos sagrados fundamentales: el Viejo Programa y el Pergamino del Fundador:
"Dice el Pergamino del Fundador: "El autoconocimiento siempre trae malas noticias"."
Una vez instruido, George emprende su queste, el peregrinaje del héroe -las referencias desde la literatura clásica, con Los doce trabajos de Heracles, hasta la medieval búsqueda del Santo Grial, con El ciclo artúrico, son constantes-, acompañado por sus colegas, Max, su Mentor, y el Croador, la Bestia Mitológica -un hipersexual individuo cuya naturaleza híbrida es uno de los hallazgos más ocurrentes de la novela-, a fin de superar las las pruebas que se encuentra en su camino y alcanzar su objetivo, en este caso, matricularse en la facultad de New Tammany; es decir, un Héroe asilvestrado que debe alcanzar su civilización y humanización durante La Prueba.

La continua e ininterrumpida aparición de personajes que se añaden a la trama, con más o menos implicación, tiene uno de sus ápices con el advenimiento de Anastasia, una ninfómana y masoquista pulsional, muy aficionada a "hacer cosas suspendidas", supuesta pero falsa hija de Max, que mediante un rito de marcado, otra vez, carácter sexual, brinda su ayuda a George y al propio Max.
"Bueno, estuviera bien o mal, no podía sentirme avergonzada por lo que había hecho, aunque me sentía avergonzada por haber hecho algo de lo que debía sentirse avergonzada."
El peregrinaje contiene también un episodio en la "Central de Energía", cómica parodia del descenso a los infiernos de la literatura épica, en el que tiene lugar el bautismo carnal  humano de George -reitero "humano", porque George es ya un experimentado zoófilo-, mediante una serie de ritos iniciáticos de desvelamiento sexual; se trata de uno de los episodios más desmadrados y narrativamente complejos de la epopeya que le remite a uno,  con poco esfuerzo, al capítulo XV de Ulises, otra novela en la que el fondo mítico, sea como referencia, como parodia o como excusa, tiene un papel principal; es en este mismo episodio en el que tiene lugar otra de las referencias paródicas: Enós Enoch. Con posterioridad, sigue un capítulo compuesto por un jocoso y burlesco poema, en "pareados heroicos" y estructura de tragedia bufa denominado "del Decano Zambo", en el que se narra un mítico episodio del pasado de gran importancia en la historia de la facultad: el caso del atribulado decano que asesinó a su padre y yació con su madre.

Una vez terminado el peregrinaje, salvado de todos los peligros gracias a su astucia y a la ayuda inestimable de sus compañeros, el héroe de origen desconocido, gestación milagrosa y nacimiento prodigiosos encara la serie de pruebas in situ cuya superación que le confirmará como el salvador de la Humanidad; la primera, claro, será averiguar su filiación para autentificar y concretar su destino.
"Cuando algo parece milagroso es porque no estamos usando las lentes adecuadas."
Por supuesto, estas últimas pruebas son estrictamente personales: el Héroe ha perdido a su Mentor y a la Bestia Mitológica con poderes extraordinarios que le auxiliaron en su queste y le llevaron hasta la Puerta de Entrada, y debe enfrentarse solo a su destino -aunque se admite el uso de algunos artilugios mágicos-, "La Puerta del Torniquete", que logrará traspasar, emulando a Edipo camino de Tebas y al Enigma de la Esfinge, gracias a su ingenio y no a su fuerza ni mediante engaños. Introducido ya en el seno del poder del Campo Occidental, le son impuestos unos deberes, entre los que se incluye, de nuevo, desvelar el misterio de su origen, a los que debe enfrentarse para triunfar en su misión. Una vez resuelto el enigma, debe esconder su identidad -Ulises, otra vez- para informarse de la situación, averiguar la nómina de sus aliados y desenmascarar a sus oponentes.

Y eso es todo, ¿no? Superada la prueba, sólo queda darse a conocer, acabar con todos sus enemigos, recuperar el amor de su anhelante -por decirlo de algún modo- amada, y sentarse a esperar la vejez rodeado de los suyos, entre la felicidad doméstica y el reconocimiento universal. Pues no, Barth no termina, aún le queda cuerda narrativa para una enésima vuelta de tuerca, un homenaje al exceso, al que conjura no evitándolo sino sumiéndose en él, sirviéndose del abuso -quedan todavía lectores con aliento a los que hay que satisfacer- como opción estética; la complejidad argumental se "caosifica", se retuerce sobre sí misma hasta cambiar de aspecto, y exige un último esfuerzo del exhausto lector.
"-Yo sabia desde el principio que un aprobado y un suspenso no son opuestos -¿no te dije que Aprobar es Suspender?-, pero también sabía que tú sabías que intentaría tenderte una trampa para que suspendieras. Entonces te dije que eran lo mismo para que tú creyeras que yo pensaba que eran diferentes y tú llegaras solo a esa conclusión. ¿Por qué crees, si no, que fingí que seguía tus consejos?"
Resulta que la prueba que George supone que ha superado no ha sido rebasada todavía; debe volver a intentarlo -¿recuerdan los lectores a Lancelot ante el Grial, su incapacidad para responder a la primera pregunta, y el fracaso momentáneo de su misión?- hasta tres veces porque el enigma solamente puede ser desvelado cuando el héroe ha alcanzado su madurez psicológica, es decir, es consciente de su capacidad para superarla; siguiendo con el tan poco original como mal traído ejemplo anterior, no vale que el alumno de EGB resuelva la conjetura de Poincaré por azar. 
"-La lectura B -continuó rápidamente su protegido- es una forma de decir que mientras que desear aprobar es suspender, desear suspender por tal motivo también es suspender, ya que es equivalente a desear aprobar. Pero pese al hecho de que Aprobar y Suspender no son distintos, tampoco son lo mismo; y por este motivo, si uno quiere Aprobar, no debería desear Aprobar ni Suspender. Aunque no debería no desearlo porque uno quiere Aprobar, evidentemente..." 
Aún le queda a Barth cuerda para explotar la digresión mediante una digresión sobre la etimología de "digresión", con su prefacio correspondiente; para eternas y bizantinas discusiones pseudo-académicas acerca de las diversas y divergentes interpretaciones de una palabra; y para llevar a George a su verdadero destino: socavar la autoridad antigua e instaurar un nuevo tiempo de bondad, paz y prosperidad. Es decir, el Aprobado General urbi et orbi.
"Ignorabimus".  
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