18 de julio de 2016

L'urgence et la patience

L'urgence et la patience. Jean-Philippe Toussaint. Les Éditions de Minuit, 2015 
"Je peux fermer les yeux en les gardant ouverts, c'est peut-être ça écrire."
L'urgence et la patience (2012) es un conjunto de artículos en forma de ensayo autobiográfico, publicados con anterioridad en otros medios, en los que Toussaint hace un repaso de su relación con la escritura y la lectura. 

Existen libros tan exhaustivos que a la hora de plantear unas Notas de Lectura se llega a un inevitable colapso porque, independientemente de su calidad -debo insistir en que las Notas que alberga este blog no son reseñas structu senso ni crítica literaria-, el autor ya lo ha dicho todo. En contrapartida, existen otros libros, acostumbradamente breves, que en lugar de explicar, sugieren, y el redactor de estas Notas de Lectura tiene que reprimir su grafomanía porque corre el riesgo de que sus comentarios excedan en extensión la propia del libro en cuestión. Este último caso, bendito sea, es el de cualquier libro de Toussaint y,  particularmente, de este L'urgence et la patience, un Libro de Notas en sí mismo el comentario del cual de ramificaría infinitamente abarcando, si no se reprimiera, una Historia de la Escritura y la Lectura; la mecha está ahí, entre sus páginas, cebada, sólo hay que mantener el fuego lejos de ella. 

Toussaint recuerda su bautismo como escritor derivado tanto de su afán por contar algo -ser escritor no entraba en sus intenciones alrededor de sus veinte años- como por dos razones principales: el consejo de Truffaut a los cineastas sin posibilidades de rodar una película, y la lectura de Crimen y castigo. En un ejercicio de memoria selectiva, recuerda también los distintos escritorios en los que ha trabajado, con especial atención al lugar de trabajo de su abuelo, el modelo imposible de duplicar que hubiera querido que fuese el suyo.
"Cette idée d'éloignement me paraît décisive. Car la distance oblige à un plus grand effort de mémoire pour recréer mentalement les lieux que l'on décrit: les avoir réellement sous les yeux, à portée de regard pour ainsi dire, induirait une paresse dans la description, un manque d'effort dans l'imagination, alors qu'être dans l'obligation de recréer una ville sans lumières à partir de rien -son simple rêve ou sa mémoire- apporte vie et puissance de conviction aux scènes que l'on décrit."
En cuanto al método, Toussaint, denunciando el fracaso de la escrituta "funcionarial" de horario fijo y sin distracciones hasta haber terminado el libro, apuesta por aligerar la exigencia acompasando el ritmo de trabajo al ritmo de la vida, así como no fijar ningún lugar concreto de trabajo, deambulando constantemente como quien exprime la inspiración de una localización concreta y se ve obligado a buscarla de nuevo en otro.
"Les lieux oú je travaille sont toujours provisoires, ils ont une autre affectation en mon absence. D'autres gens occupent parfois l'appartement d'Ostende, et la grande pièce oú j'écris en Corse a un autre usage lorsque je n'y suis pas. J'arrive, je prends possession des lieux, j'installe mon matériel, ordinateur, imprimante, documentation. Quan je m'en vais, j'emporte tout, il ne reste aucune trace de mon pasage."
En el texto que presta su nombre al libro, Toussaint parte de la aseveración de que toda obra literaria es fruto del balance entre la urgencia, el impulso por escribir, y la paciencia, la constancia, y que es a partir de las proporciones de ambas cómo queda configurada la obra, que resultará de naturaleza distinta según actúen ambos planteamientos, como en la genética, como gen dominante y gen recesivo. Toussaint aplica la dicotomía a algunos escritores y deduce que los hay eminentemente "urgentes", como Faulkner, y principalmente "pacientes", siendo Flaubert el caso paradigmático; pero analiza también el resultado de diferentes balances: Proust, por ejemplo, de quien dice que aplicaba la paciencia en su vida y la urgencia en su obra; o Kafka, que podría ser el caso contrario. 

Posteriormente, una vez sentada la hipótesis, todo este planteamiento entre anecdótico y teórico es aplicado por Toussaint a su propio proceso creativo, y resalta la importancia de la paciencia en los primeros estadios de redacción de un libro:
"J'ai même l'intuition qu'une partie de la relecture d'un livre peut se faire durant le sommeil. À l'état de veille, le livre s'est inscrit dans le cerveau avec la précision d'une position d'échecs, et, la nuit, quand on dort, l'étude des variantes se poursuit, comme un ordinateur qu'on laisserait tourner en permanence pour étudier l'immensité des calculs en jeu dans l'opération (si bien qu'il m'arrive parfois d'avoir la solution au réveil sans autre effort conscient particulier)."
En este sentido, ofrece algunos datos sobre el proceso de documentación de algunos de sus libros, desde una excursión a caballo hasta largas sobremesas con distintos expertos, la utilización de multitud de Cuadernos de Notas -la mayoría de las cuales ni siquiera empleará en la redacción-, o la cuidada selección de bolígrafos.

La urgencia, el proceso complementario, es un proceso abierto y de largo recorrido que, como una inmersión, requiere descompresión por etapas y grandes cantidades de perseverancia para ir abandonando progresivamente la visión nítida del mundo real y descubriendo, paulatinamente, a medida que nuestra vista se va adaptando a la oscuridad, la vida abisal de la ficción, donde "nous avons maintenant le recul nécessaire, la distance idéale pour restituer le monde, pour retranscrire, dans les profondeurs mêmes de l'escriture, tout ce que nous avons capté à la surface".
"L'urgence, tel que je la conçois, n'est pas l'inspiration. Ce qui en diffère, c'est que l'inspiration se reçoit, et que l'urgence s'acquiert. Il y a dans le mythe de l'inspiration -le grand mythe romantique de l'inspiration- una passivité qui me déplaît, oú l'écrivain -le poète inspiré-, serait le jouet d'una grâce extérieure, Dieu ou la Nature, qui viendrait se poser sur son front innocent. Non, l'urgence n'est pas un don, c'est una quête. Elle s'obtient par l'effort, elle se construit par la travail, il faut aller à sa rencontre, il faut atteindre son territoire."
No se cansa Toussaint de sostener a lo largo del artículo que el progreso de la escritura se funda en la alternancia de ambas fases; es una aportación desafiante, pero lo que llama más la atención, aunque lo avanza en su argumentación a nivel metafórico, es el carácter físico que atribuye al proceso, desde la captación y la fijación del movimiento incontrolable hasta la perseverancia del esfuerzo, un proceso que podría asemejarse a la destilación.
"De la même manière qu'il faut plusieurs centaines de kilos d'arbustes aromatiques pour produire, par distillation, un flacon d'essence de romarin, il faut éteindre beaucoup de vie réelle pour obtenir le concentré d'una suele page de fiction. Ce réseau d'influences multiples, de sources autobiographiques variées, qui se mêlent, se superposent, se tressen et s'agglomèrent jusqu'à ce qu'on ne puisse plus distinger le vrai du faux, le fictionnel de l'autobiographique, se nourrit autant de rêve que de mémoire, de désir que de réalité."
En los textos en que la protagonista es, por delante de la escritura, la literatura -pero también, y sobre todo, la lectura-, Toussaint fija su atención en Proust y en Dostoievski. En el artículo dedicado al francés, relata el ejercicio de memoria involuntaria que, semejante al episodio de la madalena mojada en té, le acaece a cada relectura, 
"Il ne s'agit nullement d'un effort de la mémoire, d'une tension de l'esprit ou d'une prouesse de la concentration, mais d'une pure magie, de cette pure magie qui nous permet, parfois, au hasard d'un goût ou d'un parfum reconnu dans la vie, de faire surgir un instant le passé dans le présent, et de retrouver ainsi l'espace de quelques secondes, intacte et inchangée, non pas de façon intellectuelle et délibérée, mais de façon purement fortuite, sensible et sensuelle, l'essence de ce qui est à jamais disparu (en d'autres termes, et pour dire vite, le temps perdu)",
en el que se le hacen presentes las condiciones físicas y mentales de las lecturas anteriores: la habitación con olor a cerrado y a polvo de su abuelo, el bungalow a pleno sol argelino, la casa de Barcaggio.
"Les meilleurs livres sont ceux dont on se souvient du fauteuil dans lequel on les a lus."
Parecida sensación, aunque de resultado diferente, tuvo Toussaint con Crimen y castigo; diferente porque, tras su lectura a los veintiún años y a pesar de que no le gustó especialmente, fue el libro
"[...] qui m'a ouvert les yeux sur la force de la littérature, sur ses pouvoirs, sur ses possibilités fascinantes",
que le llevó a empezar a escribir después de una febril identificación personal con el estudiante: "Raskolnikov c'est moi"; al mismo tiempo que éste se convierte en asesino, Toussaint se convierte en escritor; y ello, por dos razones fundamentales: el descubrimiento de las posibilidades y los efectos de la prolepsis y el hecho de la omisión del crimen, el suceso alrededor del cual gira la novela de Dostoievski, por parte de todos los personajes, una especie de presencia ausente que multiplica su efecto literario por su supresión.

Otro de los textos, posterior al que dedica al editor de su primer libro publicado, es un homenaje a su admirado Samuel Beckett, a quien envió una obra de teatro y obtuvo una respuesta en forma de consejos de redacción, y con quien se encontró años después en casa de su editor común. Al final, años después, ambos personajes reaparecieron en su vida con toda la fuerza de la nostalgia.
"Jérôme Lindon est mort en avril 2001, et un jour de 2002 que je passais ai cimetière Montparnasse à la recherche de sa tombe, je suis tombé per hasard sur la tombe de Beckett, qui est enterré non loin de lui. Il faisait très beau. Ds jardiniers étaient en train d'arroser les pierres tombales à grande eau. Je me suis arrêté, et, debout dans l'allée du cimetière, j'ai regardé longtemps la surface lisse du marbre mouillé de la tombe de Beckett qui brillait au soleil."
Completan el volumen un artículo en el que, tomando como ejemplo dos palabras que aparecen en Watt, la novela de Samuel Beckett, de cuyo significado lexicológico no tiene ni idea pero cuya sonoridad le hace comprender claramente su signo, expone su visión de este hecho insólito; y, finalmente, cerrando el homenaje al irlandés, el texto en el que reconoce, humildemente, la deuda que ha contraído:
"Les autres écrivains que j'admire, Proust, Kafka, Dostoievski, je pouvais les admirer sans avoir besoin d'écrire comme eux, mais avec Beckett, c'était la première fois que je me trouvais en présence d'un écrivain auquel j'ai senti inconsciemment que je devais me mesurer, me confronter, de l'emprise duquel je devais me libérer."
Un homenaje a la literatura intemporal, ahistórica, deslocalizada, una existencia a la que sólo podemos acceder mientras leemos pero que no nos a va soltar jamás.


Calificación: *****/*****

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