22 de septiembre de 2017

Erewhon o Tras las montañas

Erewhon o Tras las montañas. Samuel Butler. Ediciones Cátedra,  2000
Edición y traducción de Joaquín Martínez Lorente
Un joven inglés viaja a una tierra remota en busca de fortuna. Explorando una parte desconocida del territorio, consigue acceder a una zona aislada, Erewhon, en la que descubre una civilización que se ha desarrollado sin contacto alguno con el resto de la Humanidad. La descripción de esa civilización y el contraste continuo con el resto de mundo conocido -fundamentalmente el británico, pero también el mediterráneo- constituye el hilo conductor del texto, una cruel y descarnada sátira tanto del género de la utopía como de un mundo que comenzaba a tomar un cariz nada esperanzador.

Los erewhonianos son una civilización que ha renunciado al maquinismo, ya que consideran a las máquinas destinadas a suplantar a la especie humana; de hecho, este antimecanicismo, a la vez razón y consecuencia de la ideología erewhoniana, se estableció con la publicación de "El Libro de las Máquinas", un panfleto de indudable y satírica inspiración darwiniana. Sostienen que la enfermedad física proviene de una falta moral, y se la castiga en consecuencia, mientras que la pura delincuencia, fruto de una desgracia, se trata como una enfermedad, siendo mucho más estrictos en los casos de enfermedades inevitables: ser desafortunado es delito; ser un criminal, una dolencia; para éstos, existe un tratamiento de índole psicológica de cuya aplicación se encargan los "enderezadores". Existen, no obstante, Tribunales de Justicia que se ocupan de casos especiales; por ejemplo, El Tribunal de Desgracia Personal, que juzga el grado de "culpabilidad" en casos de infortunio involuntario.

El sistema económico -Erewhon, debido a su aislamiento, es una autarquía- se rige por una doble moneda -esa duplicidad alcanza también a las creencias y a otros aspectos de la vida en el reducto-: la oficial, que suministran los llamados "Bancos Musicales" -, que, realmente, no se usa más que para dar apariencia de legalidad, y la moneda no oficial, que se rige por sus propias normas, fuera del sistema, pero tolerada por éste.

Esos Bancos Musicales poseen un parecido más que casual con la organización de la Iglesia, pero en Erewhon existe un remedo de religión no oficial, el Ydgrunismo, con una jerarquía y una normativa asimilables a la religión cristiana, aunque con un indudable sesgo idólatra, que convive con el poblado panteón de dioses locales que encarnan algunas de las virtudes mejor consideradas por los habitantes pero también a fenómenos que no pueden explicarse -la ciencia ha sido prácticamente desterrada de Erewhon en beneficio de la lógica- como la lluvia y el viento.

Otra de las singularidades del dogma de los erewhonianos es su creencia en la existencia del mundo de los no-nacidos, un etéreo limbo de difícil localización donde permanecen las criaturas a la espera de poder encarnarse gracias a la inocencia de las parejas, aunque dejar ese mundo y nacer en el orbe de los vivos se considera la peor desgracia que puede acaecer a un no-nacido.

Las tareas educativas recaen en los llamados Colegios de la Sinrazón, exclusivos para los hijos de familias acomodadas, instituciones que se ocupan de instruir a los niños en la inutilidad mediante los estudios de una disciplina denominada "Hipotética", consistente en prepararlos para situaciones ante las que jamás se verán enfrentados, obviando instruirles para gestionar su vida futura ideal; es decir, son instruidos en su capacidad de sinrazonar: la tergiversación de la lógica hasta enfrentarla al sentido común, la entronización de la ideología sobrepuesta a la Razón, ambas aberraciones producto del progreso material y la cobertura de las necesidades primordiales, la condición invasiva e insaciable del Deber tras su primera conquista.
"He escrito tanto sobre mí mismo porque soy el tema sobre el que soy el mejor informado."
Esta cita, tan montaigneana -imposible obviar la correspondencia de la cita con el "yo mismo soy el objeto de mi libro" del périgoourdin- en su esencia y en su propósito, debería figurar en el frontispicio de la edición de las Obras Completas de Samuel Butler, y recoge tanto su propósito como la realidad de su obra literaria, prudentemente extensa, entre la que se hallan, para la intención que nos ocupa, seis Cuadernos; dieciséis volúmenes de correspondencia; multitud de capítulos memorialísticos incluidos en muchas de sus obras; una novela autobiográfica, El destino de la carne, su única obra, si obviamos ese carácter, estrictamente perteneciente al campo de la ficción -y eludiendo The Fair Haven, un texto satírico sobre el relato bíblico, cuyo carácter ficcional es enormemente discutible-; y este Erewhon, o Tras las montañas (Erewhon, or Over the Range, 1872), un libro que, perteneciente al género de los viajes imaginarios y enmascarado bajo los atributos de novela utópica, contiene un completo, detallado y justificado programa personal e intelectual del autor, y que se complementó años más tarde con una revisión, Erewhon Revisited, poco antes de su muerte.

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