12 de marzo de 2018

Tres circunvoluciones alrededor de un sol cada vez más negro

Tres circunvoluciones alrededor de un sol cada vez más negro. Grégoire Bouillier. Hurtado y Ortega, 2018. Traducción de Albert Fuentes Sánchez y Ona Rius Piqué
"A menudo basta con saber algo para creer que uno sabe algo y sentirse en paz."
El día 6 de octubre de 1990 fue lanzada al espacio la sonda Ulysses con la misión de recabar datos sobre los polos solares. Después de una primera órbita alrededor de nuestra estrella, entre los años 1994 y 1995, y debido a su buen funcionamiento y a la posibilidad de alargar la misión -una pena de muerte conmutada en condena perpetua en función de su utilidad: seguir recabando datos-, se redirigió para una nueva órbita que tuvo lugar entre los años 2000 y 2001, y de nuevo una tercera en 2007 y 2008. El 30 de junio de 2009, una vez agotadas la fuentes de energía, se dio por finalizada la misión.

Tres circunvoluciones alrededor de un sol cada vez más negro es la recopilación en un solo volumen de los tres primeros libros publicados por Grégoire Bouillier: Informe sobre mi persona (Rapport sur moi, 2002), El invitado secreto (L'Invité mystère, 2004), y Cabo Cañaveral (Cap Canaveral, 2008), tres verdaderas circunvoluciones alrededor de un sujeto a examen.
"Bouillier significa "bosquecillo de abedules". Por eso conozco de qué madera estoy hecho, algo que no todo el mundo tiene la fortuna de saber."
El punto de partida de una vida es, como es natural, el nacimiento, pero el inicio de una autobiografía no tiene porque coincidir con ese momento, que se da por descontado, sino con cualquier otro hecho que, con el transcurso del tiempo, se ha convertido en relevante; la infancia de Bouillier se desarrolla en función de una infección microbiana que padeció a los cuatro años y se despliega como una sucesión de derrotas, cada una seguida de su pérdida correspondiente, como si se naciera con una equipación completa y la vida no consistiera no tanto en la adición de nuevos elementos sino en la pérdida paulatina hasta su total agotamiento, que es la muerte.
"Tenía trabajo y techo. Podía respirar un poco. Nada es definitivo."
La adolescencia, primera piedra de toque, llega tan corporal como poco romántica: no existen enamoramientos con pretensión de eternidad ni tragedias que rivalizarían con las clásicas, sino sólo un súbito cambio en la percepción del cuerpo de las mujeres, y ni siquiera las de su misma edad. Educado en un ambiente sexualmente liberal, el protagonista ha estado en contacto con los cuerpos desnudos desde su infancia; el descubrimiento no consiste, pues, en la revelación de un cuerpo distinto sino en el conjunto de significados agregados a esa revelación: es el verdadero descubrimiento de la alteridad, de ese otro que existe por sí mismo y no en función de uno.
"No soy nada. Estoy solo. El universo no me pertenece. Hay un mundo que es el de los adultos y no coincide con el de los mayores que conozco. Como un cambio de escala en detrimento mío. No me siento unido a nada. Se han cortado los puentes. Soy un extraño. Extemporáneo. Libre y vano."
El regreso a la realidad desde los abismos de la ensoñación nunca es incruento; cuando un paseo acelera su marcha y se convierte en una carrera desatada, es posible que no haya tiempo para detenerse al borde del precipicio, que falte el espacio necesario para frenar y no caer. El pasado insiste en su persecución y sorprende en el lugar y en el tiempo menos pensados.
"Su llamada me había vuelto a sumir en infernales vilezas que creía superadas y que de pronto ya no lo estaban, y sentí con espanto que retrocedía hacia negras ideas de las que me creía librado, convertido una vez más en presa de monstruos antiguos de rostros desencajados como si todos mis esfuerzos por escapar de ellos y seguir adelante no hubieran servido a la postre para nada y que nada servía nunca para nada."
Cuando la realidad, ese ente que creíamos inmutable, cambia sus parámetros, nos acomete a traición y nos oculta o nos modifica ese encaje en el que habíamos llegado a sentirnos cómodos, cualquier alteración de nuestra relación con el mundo pierde sus coordenadas conocidas, tanto físicas como morales, y el pasado, en lugar de llevarnos a terrenos sabidos -pues no otra cosa es la experiencia- no actúa sino como lastre que malogra nuestros repetidos intentos de adaptación.
"No me invento nada porque tengo demasiada imaginación como para caer tan bajo."
La individualidad no es más que una ilusión con la que pretendemos dotar de coherencia al conjunto de pensamientos y experiencias que fabulamos que componen nuestro yo. Sin embargo, esa coherencia no existe en la idea que tienen de nosotros los demás, que nos interpretan en función de numerosos parámetros condicionados por sus propias ideas y que pueden ser tan dispares como sus propias personalidades. Pero incluso nuestra idea de esa individualidad es falsa cuando en situaciones parecidas somos capaces de reaccionar con respuestas de lo más heterogéneas.
"Estaba convencido de que mis recuerdos no podían engañarme ni inventarse cosas. No los míos. Mis recuerdos eran los únicos que podían dar testimonio de lo ocurrido. Y, mira tú por dónde, también ellos me habían traicionado. Como todo."
Si el pasado, aquello que ha ocurrido, está siempre disponible, ¿qué determina que accedamos, o no, a un determinado episodio? Se ha considerado al proceso de la memoria involuntaria como desencadenante, y parece verosímil que explique casos como el que relata Marcel Proust, pero ¿qué sucede en aquellas ocasiones en las que el recuerdo persiste pero va cambiando de contenido en función de las experiencias posteriores? ¿Tan frágil es nuestro recuerdo como para que no pueda mantenerse con cierto grado de invariabilidad? ¿O es que nuestra capacidad de evocación posee la suficiente potencia como para modificarlo en función de las circunstancias? ¿O es la incontrolable fuerza del lenguaje la responsable de que una vez verbalizado un recuerdo, ese contenido por fuerza diferente del contenido de la memoria en sí mismo, lo borre y tome su lugar, dejándolo inaccesible para evocaciones futuras?
"Y de este abismo entre las palabras y los actos. El abismo de siempre. Aquí como en todas partes. Palabras tan poco a la altura de los hechos. Tan poco a la altura de los desórdenes del mundo. Sin afrontarlos. Conformándose con deslizarse en paralelo. Con deslizarse impunemente. Henchidas de sí mismas. Como de costumbre sin preocuparse de saber qué quieren decir. Lo que tratan de decir."
El mundo que se construye con palabras sólo puede ser destruido con palabras. Tal vez su final empiece a producirse justo cuando comienza a describirlo, y acaba demolido en el mismo monento en que se completa su explicación.
"... contar no mi vida, porque valía tanto como cualquier otra, sino lo que esta me había contado a mí y lo que me había parecido descifrar escuchando su lengua."
Con independencia de los designios del escritor, ya desde las primeras páginas se descubre el carácter biográfico, si bien con algunas particularidades que las distinguen de las autobiografías al uso. En su planteamiento, el uso sucesivo de tiempos verbales de presente y de pasado desarrollan cada escena a ritmos variables, acelerando y deteniendo la acción en función de sus intenciones. La ausencia de literatura, es decir, de ornamento y de elementos accesorios que puedan llegar a confundir o camuflar el mensaje, sacrificando la sinceridad en aras de la belleza es otro de los trazos particulares de Bouillier; la literatura y la impostura avanzan de la mano desde que el primer aedo congregó a un grupo de oyentes, pero la relación entre ambas, en el caso de una autobiografía, puede o no puede ser tan estrecha:
"En primaria, saqué mi mejor nota de redacción cuando describí el zoco de Marrakesh, con sus colores tornasolados y sus aromas embriagadores. La maestra leyó la redacción delante de todos los alumnos e incluso la hizo circular por otras clases. Aquel fue mi primer éxito ante el mundo. Me hizo reflexionar mucho acerca de la literatura y la impostura: nunca había estado en Marrakesh y no tenía olfato."
Pero, por encima de esas notas, secundarias aunque relevantes, se halla la aportación principal, en distinto grado en los tres libros, pero presente en todos ellos: Tres circunvoluciones alrededor de un sol cada vez más negro no es tanto la biografía de un personaje como el relato de los acontecimientos de una vida; "mi afán no era existir en este mundo, sino hacer existir un mundo."

A pesar de tratarse de unas memorias, un relato, por tanto, cuyo protagonista es el mismo autor, sorprende la franqueza con que desarrolla los hechos tanto de la infancia, en los que se supone un alto contenido de invención, como los de la juventud, observados con mayor objetividad, evitando, en el caso de las conductas reprobables, la más mínima justificación.

Algún día, todas las autobiografías se escribirán así.
"No vuelves cuando te vas. Todo ese dolor para nada. Sería ridículo."
Calificación: *****/*****

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